Al fin un cielo abierto

Al fin un cielo abierto

Maria Luisa salió de su  casa, rodeada inmediatamente de sus gallinas de raza pinta asturiana y se sintió a gusto con el roce de sus plumas.

Miró la fuente que llenaba el ambiente de la plaza del pueblo de un cantarín y familiar sonido con los dos chorros que de sus caños brotaban. Iba, sin darse cuenta,  con sus ropas de casa cubiertas con el mandil que tenía cuando recibió la noticia; no le importaba lo más mínimo, la alegría que le embargaba no le permitía reparar en convencionalismos sociales, solo pensaba en llegar…

Era viernes y el lunes pasado había ido de nuevo al médico a su Centro de Salud. La Doctora le recibió, como siempre, con su amabilidad característica; la exploró, palpó sus vértebras cervicales dorsales y lumbares, le hizo daño, inevitablemente, y se aguantó. Le mandó caminar con los ojos cerrados y su rumbo no era precisamente coherente con su voluntad.  La doctora seguía pensando que precisaría una intervención, pero sus 56 años la desaconsejaban radicalmente. Lo que no entendía como normal es que aquella mujer tuviera que seguir ganándose la vida realizando los trabajos propios de la agricultura, eso mermaba toda posibilidad de mejoría

Había nacido en aquel pueblo entrañable, del que tan solo había salido para acudir a la villa cercana para realizar los estudios más elementales. Desde niña colaboró con sus padres en todas y cada una de las tareas de la labranza, ayudando especialmente a su madre. Su padre, para ayudar al sustento familiar, realizaba, además de los propios, trabajos de jardinería y atención de huertas en localidades próximas.

Nunca fue fácil su vida, pero sí plena y llena de cariño familiar y vecinal.  .Fue precisamente su vecina Carmen quien le habló de su experiencia personal: No lo había dado a conocer, pero ella estaba cobrando una pensión de invalidez, que le habían tramitado el Bufete de JOSÉ RAMÓN BALLESTEROS, ABOGADOS Y ASESORES.

Y un buen día se animó a llevarles a estudio su caso. Buena decisión, piensa ahora, mientras sigue por el camino que, alejándole del pueblo le llevaría a lo alto de la loma que,  por el oeste lo arropa de los vientos de Galicia. Buena decisión, sí, piensa. Aquella mañana, hace unos minutos, había recibido carta de sus Abogados que contenía la Sentencia de la Sala de lo Social de Tribunal Superior de Justicia….Allí establecía que ya no estaba en condiciones de trabajar en aquellos campos tras reconocer que estaba afectada  de artrosis en las manos;… hernias cervicales;… síndrome de túnel carpiano y hernia discal lumbar.. confirmando así la previa Sentencia del Juzgado que la declaraba afectada de una incapacidad permanente total…. con derecho a  percibir pensión vitalicia.

Embebida  en tales pensamientos, sin percatarse de ello, se vio en la cumbre de aquella colina desde donde divisaba todo el pueblo y las distintas parcelas que sus moradores escarbaban afanosamente. Ella no tendría que hacerlo… No es que le hubiese tocado la lotería, cierto, pero la sensación era parecida. Desde hoy se sentía más tranquila, más alegre, más reconocida. Sintió la caricia de la brisa que barría las pocas nubes que flotaban en el aire y, simplemente feliz, exclamó AL FIN UN CIELO ABIERTO… !!!

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